jueves, 15 de octubre de 2015

No quiero ponerle título, ni punto final.

yo era libre con mis cadenas.
sábados noche que se hacían de día, no aprenderme el nombre de nadie, ilusionarme con la frialdad impuesta de un corazón demasiado caliente.
y alguien golpeó la puerta, quiso desatarme para que me aferrase a algo antes de perderme del todo.
y consiguió un cuerpo enfermo, una sonrisa vacía, la incapacidad de la distancia y el miedo.
y se llevó el único premio que nadie quería.
y yo miré mis manos. Que lejos de aferrarse a la vida, se arañaban los muslos.
y las cadenas estaban por todas partes y destruían muros y calles y el amor y las relaciones y los números de teléfono y los proyectos y las ilusiones.
y todo el peso se hundió progresivamente.
y debajo de la almohada, un jersey rojo que huele a colonia de hombre.

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