yo era libre con mis cadenas.
sábados noche que se hacían de día, no aprenderme el nombre de nadie, ilusionarme con la frialdad impuesta de un corazón demasiado caliente.
y alguien golpeó la puerta, quiso desatarme para que me aferrase a algo antes de perderme del todo.
y consiguió un cuerpo enfermo, una sonrisa vacía, la incapacidad de la distancia y el miedo.
y se llevó el único premio que nadie quería.
y yo miré mis manos. Que lejos de aferrarse a la vida, se arañaban los muslos.
y las cadenas estaban por todas partes y destruían muros y calles y el amor y las relaciones y los números de teléfono y los proyectos y las ilusiones.
y todo el peso se hundió progresivamente.
y debajo de la almohada, un jersey rojo que huele a colonia de hombre.
jueves, 15 de octubre de 2015
No quiero ponerle título, ni punto final.
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