jueves, 2 de enero de 2014

Acuérdate de mí.

Igual es que no servimos para esto.-le espeté mientras le sacaba a rastras de mi vida. Y así fue como dejé escapar todos mis trenes, ya no queda ninguno para mí.
Me marchité silenciosamente como una rosa negra, cubriéndome de espinas, desgarrando a mi paso.
Todavía el sonido de la lluvia al caer me trae una imagen vívida de tu rostro, inútil. ¿Acaso tú te acuerdas de mí?
Si los trenes salen, las estaciones cierran, el tiempo avanza, la niebla espesa y el frío llega... Si la vida sigue y desgasta y continua y mata, ¿por qué no puedes acordarte ni un poco de mí?