jueves, 22 de septiembre de 2016

¡¡Migro el blog!!

Con gran pesar, tengo que decir que este blog ya no estará más operativo. Ha sido un placer conducirlo tantos años (cinco, si mal no recuerdo, cuando empecé a escribir en serio).
En cierto modo me da pena, pero siento una enorme satisfacción de poder abrir un nuevo sitio donde contar todo lo que hago, incluída la poesía y mis relatos.

Os invito a seguirme en: http://ohohcomely.blogspot.com.es/


Gracias por tanto. Cambio y corto.

martes, 10 de noviembre de 2015

Tanatorio.

Mi madre me ha pintado la uñas color salmón.
Me he puesto unas medias negras, tupidas; los pendientes caros que alguien me regaló por mi dieciocho cumpleaños; y dos pasadores sujetando la mitad izquierda del pelo.
En los pies, unos zapatos de charol negros, con flecos en la punta. Y un vestido recatado, de flores y manga corta.

Parecía una niña de doce años. Pero yo no era la muerta.

lunes, 2 de noviembre de 2015

El último aniversario a recordar.

He dado un portazo y he salido a pasear.
El perro tiraba de la correa, estaba nervioso.
Hemos llegado a un cajellón oscuro. La lluvia caía de los tejados, y en el suelo, un montón de charcos caóticos.

Mi perro mea siempre en el mismo sitio. Supongo que es parte de ser un animal terriorial, alguna especie de gen posesivo. Esa esquina es suya.

Yo no meo en ninguna calle. Pero sé lo que es mío.

A veces me da miedo convertirme en alguien posesivo, que se abandone a sí mismo y a quién solo le quedan un par de calcetines sin mojar.

Al llegar a casa una avispa se chamuscaba en la lámpara.

Últimamente nuestras vidas huelen siempre a quemado.

sábado, 31 de octubre de 2015

Uno de noviembre.

Los niños fantasma se agolpan en la calle. Y voy sin rumbo.
No tengo a dónde ir, tampoco le importa a nadie.
Un niño chino, un niño calavera, un niño calabaza. Me siento a contemplar la escena mientras pienso en ti, y no puedo dejar de abrir la boca porque estoy nerviosa.

Te juro que una pequeña muerte me persigue cuando me levanto.

Yo soy una vez más la persona insignificante que llora. Esto no es para ti., o eso dice un cartel en el banco.

Pierdo la noción del tiempo, de mi cara y de tus manos.

Vino malo, asfixia.

Me atuso el pelo y corro a la huída. Me visto desvistiéndome, y te arranco los pantalones -medio vivo medio muerto- mientras haces ruidos con la boca y te beso la frente.

Robo una bufanda del tercer cajón.

Hace frío.

domingo, 25 de octubre de 2015

Huele a gasolina, y a las 3 fueron las 2.

Hay días raros. Días en los que te despiertas sin más y,
te duermes pensando en nada.

Hay días que coges con fuerza el lápiz y
te rodeas de un círculo donde solo cabes tú.

Hay mañanas donde lo más sentido
sería sacar un kalasnikov en medio del autobús.
Y que los pájaros vuelen sobre nuestras cabezas.

Hay tardes de no querer encontrar las bragas,
todavía acurrucadas en un montón de sábanas,
calientes como el infierno que nos espera.

Hay noches de enterrarse, de vestir de negro, de
guardar veinte minutos de silencio
por los jóvenes que murieron y que casualmente,
se parecían a ti.


martes, 20 de octubre de 2015

6 A.M. Deberes.

Me he propuesto, a modo de mero ejercicio, escribir por escribir. Todos los días, por no perder la costumbre de hablar sola en voz baja.
Hoy el cielo estaba muy rosa, como supongo que son los días de verano en Islandia. Con esa luz misteriosa, que yo todavía no conozco, pero tú sí, y me enseñas. Últimamente intento sacarle el sentido romántico a todo, a modo de ejercicio también. Me he tomado muchos cafés, recuerdo el de esta tarde. Era especialmente amargo. Y con cada sorbo he notado todo el daño y la maldad de este mundo. Los escritores son gente extraña, y los desconocidos más felices son los que se sientan cerca de las ventanas.

Sonaba Havalina, que siempre es bueno porque me recuerda que somos imperfectos. Y está bien así.

domingo, 18 de octubre de 2015

Asincronía.

En este instante de sutil tristeza y frío en los pies, me abrazo al plumón y me acuerdo de las calles estrechas y oscuras que ya no dan miedo porque vamos de la mano.

Los pasillos llenos de cuadros son una pesadilla recurrente. Tú lo sabes. Pero nuestra ternura nos hace inmunes al resto.

Y si alguna vez, el precipicio se acerca a nosotros, nos miramos a los ojos y saltamos.

Son las mismas manos con las que te agarro, y te saco a bailar en pijama. Todavía en bragas.
Y tú me miras como si estuviese loca.

Pero es que estoy loca.

Pero es que antes estaba sola.

Y ahora tengo luces sobre la cama y constelaciones a mis pies.
Ahora puedo abusar de las metáforas porque todo lo que digo es realmente especial.

A veces somos la hostia.
Y otras, somos nosotros sin más.