martes, 10 de noviembre de 2015

Tanatorio.

Mi madre me ha pintado la uñas color salmón.
Me he puesto unas medias negras, tupidas; los pendientes caros que alguien me regaló por mi dieciocho cumpleaños; y dos pasadores sujetando la mitad izquierda del pelo.
En los pies, unos zapatos de charol negros, con flecos en la punta. Y un vestido recatado, de flores y manga corta.

Parecía una niña de doce años. Pero yo no era la muerta.

lunes, 2 de noviembre de 2015

El último aniversario a recordar.

He dado un portazo y he salido a pasear.
El perro tiraba de la correa, estaba nervioso.
Hemos llegado a un cajellón oscuro. La lluvia caía de los tejados, y en el suelo, un montón de charcos caóticos.

Mi perro mea siempre en el mismo sitio. Supongo que es parte de ser un animal terriorial, alguna especie de gen posesivo. Esa esquina es suya.

Yo no meo en ninguna calle. Pero sé lo que es mío.

A veces me da miedo convertirme en alguien posesivo, que se abandone a sí mismo y a quién solo le quedan un par de calcetines sin mojar.

Al llegar a casa una avispa se chamuscaba en la lámpara.

Últimamente nuestras vidas huelen siempre a quemado.