Quiero cada domingo
una rosa blanca;
Un perfume suave
que inunde mi almohada;
Una delicada caricia
bajando por mi espalda;
Un pintalabios rojo
que atraiga miradas
y que me entierren
mirando a la mar brava.
No le pido más a la vida
que lo que puedan darme tus brazos.
Pero por dios, cuando llegue el invierno
tienes que saber
que todo habrá terminado.