El infierno lleva mi nombre
de mujer-peligro
de mujer poeta.
Sufro las inquietudes de una especie
que no es la mía
que sobrevive gracias a la caridad
de los extraños vagabundos
que pueblan mis calles;
las autopistas que rigen cada una de mis terminaciones.
No tenemos hogar
ni lo queremos.
El mar siempre llevará nuestro apellido
se lo crean o no los marineros.
No tenemos nada
ni lo queremos.
Esta tristeza es una creencia compartida
una tortura añadida
al complejo de ser extraños de ojos negros
cuando dios los hizo a todos ciegos.
No hay nada más peligroso que alguien capaz de manejar la palabra creando imágenes con ella, porque puedes crear emociones que para el lector podrían no existir o podrían no tener definición para ellos. Ése es el resultado del trabajo del poeta, si bien a veces no es su intención. Como decía, escribes bien.
ResponderEliminarYa es de noche. Te leo en bajito desde aquí.
Un beso
...simplemente... grandioso.
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