domingo, 12 de abril de 2015

ADN.

El infierno lleva mi nombre
de mujer-peligro
de mujer poeta.

Sufro las inquietudes de una especie
que no es la mía
que sobrevive gracias a la caridad
de los extraños vagabundos
que pueblan mis calles;
las autopistas que rigen cada una de mis terminaciones.
No tenemos hogar
ni lo queremos.
El mar siempre llevará nuestro apellido
se lo crean o no los marineros.
No tenemos nada
ni lo queremos.
Esta tristeza es una creencia compartida
una tortura añadida
al complejo de ser extraños de ojos negros
cuando dios los hizo a todos ciegos.

2 comentarios:

  1. No hay nada más peligroso que alguien capaz de manejar la palabra creando imágenes con ella, porque puedes crear emociones que para el lector podrían no existir o podrían no tener definición para ellos. Ése es el resultado del trabajo del poeta, si bien a veces no es su intención. Como decía, escribes bien.
    Ya es de noche. Te leo en bajito desde aquí.
    Un beso

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