martes, 23 de abril de 2013

La noche se vuelve a encender.

Me miró de lado, dejando que la luna iluminara su rostro. Sacó un cigarrillo y se lo deslizó por los labios. Lo miraba hipnotizada. Me sentía atraída por esa extraña soledad que desprendía.
Dio una calada y expulsó el humo con un suspiro.

-No te engañes, ambos sabemos que a mi funeral irán mis padres y no mis hijos.

Apartó la mirada y esta se perdió en el horizonte. Entonces, alargué la mano y le acaricié el rostro suavemente, palpando su barba mal afeitada. Poco a poco le acerqué hacia mí.

-No te das cuenta, pero sería capaz de quemar la ciudad si eso te hiciera sonreír.

No me contestó. Se limitó a encender otro cigarrillo.

-Cualquier cosa con tal de que fueras feliz...- dije entre susurros inaudibles

Sin mediar palabra, acercó la cajetilla hasta mí y yo acepté su oferta.
Continuamos fumando a la luz de la luna, eclipsados por la magia de la noche. Las palabras no eran necesarias. Ambos sabíamos que hacíamos a esas horas en aquel lugar.
El silencio que nos envolvía a penas se veía afectado por el ruido de algún motor perdido en la distancia. El alba se acercaba, y pese a haber pasado toda la noche juntos, estábamos más lejos que nunca. Ese muro de secretos y tristeza se volvía infranqueable.

Cuando el Sol se hizo protagonista, se incorporó del suelo y me ofreció su mano a modo de ayuda. Una vez de pie, y antes de que pudiera reaccionar, me tenía entre sus brazos. Sin inmutarme, me dejé abrazar. Podía notar su respiración en mi cuello, sus brazos alrededor de mi cintura.
Una muestra de que todo no estaba perdido, o tal vez una despedida.
De cualquier manera y por primera vez en mucho tiempo, me sentí querida.

2 comentarios:

  1. *aplauso*
    Bien. Muy bien. Me ha gustado. Precioso, intenso y sentido, como a mi me gusta. Aunque no he podido evitar reírme para mis adentros con la pose de "tipo duro" de él. Claro que, en el fondo, me encanta.
    ADORO, por otra parte, la estética del cigarrillo. Me puede. No fumo, pero me encantaría hacerlo (me encantaría que no fuese perjudicial para la salud), por la sublime razón de recostarme en una pared con el pitillo entre los dedos, llevarlo a mis labios, besarlo como a una amante, aspirar el humo tibio y agridulce, vaporosa metáfora de la vida... y sentirme Dios por unos instantes, sintiendo que en un segundo y una calada alcanzo, de forma efímera pero completa, el culmen extático de toda la existencia del hombre. Como sentirse el dueño de la creación en Cadena perpetua, tomándose una cerveza fría bajo el sol ardiente, alquitranando con tus compañeros el techo grisáceo de la prisión del condado.

    Se me ha ido la olla. Me he dejado llevar... otro síntoma de que lo has hecho bien.
    Enhorabuena.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tu respuesta se merece una entrada propia en el blog xD Que bien escribes *///*
      Y lo de fumar me puede a mi también. Queda tan poético... Ais que pena que haga tanto daño.

      Como siempre, muchas gracias por perder parte de tu tiempo en leerme y comentar :'3

      Eliminar