lunes, 7 de julio de 2014

Disección.

Una dentro de otra. Progresivamente, de la mayor a la pequeña. Unidas por lazos de sangre de madera.
No hay nada más parecido a la vida que una matrioska. Reivindicación de las uniones, futuro, presente y pasado de la mano.

Pero al abrir la pequeña matrioska, a golpes contra la mesa, forzando su aislamiento. Al romper su caparazón, y esperando encontrar uno más pequeño. Jugando insensiblemente con sus secretos más secretos. Me encuentro un diminuto charco de sagre.
Y le cuelgan las vísceras. Unos pulmones amoratados, y en una esquinita, tintineante, su corazón plomado.

Pensaba que no había nada más vivo que una matrioska, hasta que maté una muy diminuta, tal vez la única que prefirió vivir sola.

4 comentarios:

  1. ...
    ...guau.

    Lo siento, me has dejado demasiado impactado. No sé decir más.

    Pero... guau.

    ResponderEliminar
  2. Pobre matrioska. Pero bueno, será lo mejor, así no tendrá que ver ciertas cosas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No estaba preparada para formar su diminuta familia.

      Gracias por pasarte por el blog y comentar. ¡Un saludo!

      Eliminar